Sobre los Archivos WPATH

El martes pasado nos despertamos con la noticia de los Archivos WPATH, una filtración de documentos internos que supuestamente demostraban que la organización está tan corrupta como sospechábamos, acompañados de un análisis exhaustivo hecho por la periodista canadiense Mia Hughes, de la organización americana Environmental Progress, fundada y dirigida por el periodista Michael Shellenberger. Mi reacción inmediata fue alegrarme de que periodistas con trayectoria y recursos hubieran conseguido los documentos, pero después de leer los Archivos con cuidado y conocer mejor a las personas que hay detrás, creo que hay razones para el escepticismo.

Las filtraciones consisten en 170 páginas de hilos de mensajes del foro interno de WPATH, y la grabación de una formación interna (“Evolución de la identidad”), acompañados de un informe de 70 páginas escrito por Hughes, en el que analiza su contenido y recorre la historia de WPATH y la medicina de género. Todos los detalles personales de los mensajes han sido censurados, a excepción de “la presidenta de WPATH, la mayoría de cirujanos y otros miembros destacados.” Environmental Press también publicó otros materiales de difusión, como una nota de prensa y una lista de preguntas frecuentes. Todo está disponible para descargar en este enlace. En este artículo me voy a centrar en las razones que me llevan a desconfiar del trabajo que han hecho Hughes y Shellenberger. En las webs de Contra Borrado y Amanda hay más información traducida.

Mi impresión es que Shellenberger está más interesado en la política que en el periodismo, y que está usando los Archivos WPATH para impulsar su imagen pública. En 2018 se presentó a las primarias de Gobernador de California y consiguió un 1% de los votos. En 2022 concurrió como independiente, después de abandonar el Partido Demócrata, obteniendo un 4.1%. Su cruzada contra la censura, la ideología de género y demás podría ser un intento de atraer a los demócratas que están frustrados con la deriva woke de su partido. Environmental Progress también forma parte de su campaña política, fundada dos años antes de que se presentara a las elecciones. Apenas he encontrado información sobre Mia Hughes (Mia Ashton hasta el año pasado), aparte de sus artículos en The Critic y The Post Millenial.

Todo en los Archivos WPATH recuerda al alarmismo que Shellenberger denuncia con tanto ahínco en otras causas, y que explota hábilmente a su favor cuando le conviene. La portada compartida por él mismo en redes sociales tiene las palabras “embargado” y “no es para circulación pública – no compartir” en letras mayúsculas sobre un llamativo fondo naranja, insinuando que alguien ha intentado censurar el documento, o que se trata de algo altamente confidencial, cuando es un informe escrito por ellos mismos y que han “embargado” hasta que han decidido publicarlo. El lenguaje del informe, el formato de los mensajes filtrados, la campaña de difusión en redes sociales, todo da a entender que se trata de la mayor filtración sobre el mayor escándalo del mundo, cuando, en el prefacio, ellos mismos admiten que son documentos semi-privados. WPATH tiene criterios muy laxos para aceptar miembros. En palabras de la periodista Helen Joyce, prácticamente cualquiera que tenga 200 dólares puede unirse.

Con esto no quiero decir que los Archivos sean una farsa. Creo sinceramente que las filtraciones son reales, y que podrían tener consecuencias importantes, especialmente el video de la formación interna y los mensajes de personas que ocupan un cargo en la organización. También creo que Hughes hizo un buen trabajo resumiendo un tema tan complejo en solo 70 páginas, y comparándolo con otros escándalos médicos del pasado. Es indudable que la publicación de las filtraciones vuelve a poner el foco en WPATH, algo que siempre es positivo, pero habrá que esperar para ver si el efecto llega a los grandes medios que Shellenberger aborrece. El problema es la influencia que Shellenberger y Hughes están teniendo sobre la filtraciones al hacer una interpretación equivocada, al publicarlas en un formato que hace muy difícil analizarlas de forma independiente, y, sobre todo, al usarlas para aumentar su capital político personal.

Michel Shellenberger y Environmental Progress

Shellenberger cree que Estados Unidos es un país ejemplar que vive el mejor momento de su historia, y que el aumento del racismo, la extinción masiva de especies y la amenaza del cambio climático son un invento de los grandes medios y las élites liberales. Reconoce que hay ciertos problemas ambientales, pero remediarlos es tan fácil como apostar por la energía nuclear, el gas natural, el fracking y otras soluciones tecnológicas. Las verdaderas amenazas son otras, como la “guerra mundial contra la libertad de expresión”, que atribuye al aumento del laicismo, las redes sociales y los trastornos de la personalidad.

En este sentido, Environmental Progress es una extensión de las teorías de la conspiración de su fundador. A primera vista, su web parece la de una organización seria, con muchas páginas organizadas por secciones, según si tratan de medio ambiente, energía o paz. Algunas tienen datos, gráficos y explicaciones resumidas sobre temas de actualidad. Pero apenas hay información sobre el trabajo que hacen, y no he encontrado ninguna contribución firmada por otros miembros, incluyendo a Hughes.

La sección “Escapa del Matrix woke” tiene las diapositivas que usó para dar una charla en la Universidad de Austin, Texas. La charla empieza diciendo que “hay más” en la historia del cambio climático, acompañado de varios gráficos y noticias para demostrar que no es tan grave como parece. La idea general es que vivimos una época de prosperidad y democracia sin precedentes, que el racismo y la intolerancia son ficciones creadas por el “complejo industria-censurador” para controlarnos.

La pregunta “¿por qué? aparece en medio de la pantalla en letras grandes. Y justo abajo la respuesta: secularización, con un gráfico que muestra el aumento del laicismo en Estados Unidos, y dos citas sobre la importancia de la religión para la humanidad.

Del laicismo pasa a culpar a las redes sociales, y de ahí a un aumento de los desórdenes de la conducta, cuyos síntomas enumera junto a fotos de Alexandria Ocasio-Cortez (narcisismo), Greta Thunberg (splitting, o clivaje), y dos activistas ecologistas (una vuelve a ser narcicista, la otra es histriónica). En la charla aclara que no está diagnosticando a nadie, “pero ves los comportamientos y los reconoces.”

Otras páginas son igual de desconcertantes. En “Los principios de paz de California” solo hay una lista de valores sin ninguna explicación ni contexto, como “Santidad. Nuestras ciudades, nuestro estado y nuestro país son sagrados. También lo es nuestra libertad y nuestra democracia. Debemos apreciarlas, mantenerlas y protegerlas.” En “El caso contra el alarmismo ambiental” solo hay fotos, gráficos y capturas de noticias, y el enlace a un artículo suyo en la revista Forbes. Lo mismo en “Alianza por una ciudadanía responsable”, que se parece mucho a “Escapa del matrix woke”, pero esta vez la histriónica es Thunberg.

Shellenberger acusa a los periodistas liberales de caer en sesgos, ridiculiza sus “estudios de mierda” y alaba el optimismo de los americanos frente a las campañas de desinformación que los quieren convencer de que la tensión racial va en aumento. La suya es una historia de redención, de alguien que de joven creyó ser de izquierdas, que viajó a Nicaragua para conocer el trabajo de los sandinistas, que creía que Estados Unidos había cometido crímenes por todo el mundo, pero que de adulto hizo las paces con el patriotismo y el cristianismo.

Es inevitable ver la influencia de Shellenberger en el desorden de los archivos, e incluso en el informe mismo. Estos días hemos visto como el periodista ha acaparado el protagonismo, hasta el punto que Mia Hughes ha tenido que aclarar más de una vez que es la única autora del informe (“Yo soy la autora del informe. Solo yo. Nadie más”, dijo en Twitter). También fue el caso del espacio de Twitter que duró más de 4 horas y al que se conectaron más de 20.000 personas. Hughes participó en la primera media hora. El resto fue un diálogo entre Shellenberger y los diferentes invitados.

¿Cómo comprobaron la autenticidad de las filtraciones?

Siempre deberíamos dudar de la veracidad de una investigación, especialmente cuando estamos de acuerdo con los resultados. El informe de Hughes no hace mención alguna al proceso que siguieron para comprobar la autenticidad de los mensajes. La nota de prensa, firmada por Shellenberger, sólo dice que contactaron con todos los profesionales que pudieron identificar, que uno de ellos confirmó la veracidad de sus mensajes y otro no la negó (una forma curiosa de decir que no confirmó que fueran suyos), pero la persona que corroboró sus mensajes podría estar mintiendo, o, incluso si fuera verdad, el resto podrían ser falsos. La organización Genspect también dijo en un tuit haber comprobado la veracidad de los documentos, sin explicar cómo lo habían hecho. Esta falta de transparencia hace que la autenticidad de las filtraciones dependa de la reputación de quien las publica, y lo cierto es que no me fío de Shellenberger, por su tendencia a manipular los hechos, ni de Hughes, por su falta de experiencia y por el informe que ha escrito. Si considero que son auténticas es porque no parecen difíciles de conseguir, y porque WPATH no ha dicho que sean falsas.

Tampoco dicen si han comprobado la identidad de los usuarios. El informe dice que el foro pertenece a DocMatter, una empresa de software especializada, pero Hughes no explica si esto sirve como garantía de la autenticidad de los usuarios, si esta empresa requiere algún tipo de comprobación oficial de identidad para acceder, o si es posible suplantar a alguien. Tampoco sabemos si contrastaron la información de los usuarios (nombre, cargo, ciudad o foto) con otras fuentes, como la página web del hospital donde trabajan. ¿Puede ser que la plataforma admita usuarios verificados y anónimos, como sucede en Twitter? El informe habla de una ginecóloga de Barcelona, ¿cómo sabemos que WPATH o DocMatter han comprobado que es quien dice ser?

El problema de esta falta de transparencia sobre la veracidad de los documentos es que nos obliga a depender completamente de la credibilidad de Hughes, Shellenberger y Environmental Progress, con todo lo que ello implica.

El caos de documentos

Desgraciadamente, el problema de la opacidad va más allá de la autenticidad de los archivos. La redacción del informe y la forma en que están organizados y censurados los mensajes del foro hacen muy difícil que el lector pueda interpretarlos por su cuenta.

El informe es muy completo. Recorre la historia de WPATH y da un amplio contexto de los tratamientos médicos, los diagnósticos y la política, pero por algún motivo, no cita los hilos de mensajes de ninguna manera que permita encontrarlos. Hay 170 páginas de hilos, agrupados según por temática. Cada hilo tiene un título descriptivo (“un miembro de WPATH busca recursos para tratamientos de fertilidad”), en lugar de algo más sistemático y fácil de navegar, como fechas. Y en el índice no aparecen los títulos de todos los hilos, solo la temática general. El informe tampoco los cita por el título, sino que describe su contenido (“en un mensaje escrito por un miembro de wpath, en el que pide consejo para ayudar a su paciente a tener hijos”).

Pueden parecer detalles menores, pero esta manera de redactar el informe y organizar los archivos hace que la lectura sea mucho más complicada. Cada vez que Hughes meciona un hilo tuve que leerlos todos hasta encontrar a cuál se refería. A veces el título del hilo ayuda, otras no. Para empeorar las cosas, los mensajes son imágenes de baja calidad y no han sido transcritas, por lo que no se puede hacer una búsqueda por palabra. El video sí está transcrito, pero sin anotar los minutos, lo que nuevamente dificulta el análisis.

Hay imágenes que están subrayadas a mano. Esto quiere decir que alguien sacó una foto de una pantalla de ordenador, la imprimió, la subrayó, y sacó otra foto de esta foto. Es cierto que algunas páginas o programas pueden evitar que se hagan capturas de pantalla, pero suele haber otras maneras de hacerlo. Y siempre se pueden hacer fotos de la pantalla sin que el texto quede borroso. No se me ocurre ninguna razón para imprimir la foto, subrayarla a mano y hacerle una foto al subrayado, más que darle el aspecto artificial de ser documentos altamente confidenciales.

El método seguido para anonimizarlos también es un obstáculo, ya que borraron toda la información de los usuarios. Hughes podría haber usado las iniciales, alguna categoría descriptiva (psicólogo de Denver) o nombres falsos. Con este formato, es imposible saber si cada mensaje ha sido escrito por una persona distinta, si hay usuarios más activos, si suelen tratar los mismos temas o si se contradicen. Incluso se hace difícil entender el sentido de las conversaciones dentro de cada hilo. Todas estas decisiones de formato hacen difícil leer los Archivos de forma crítica, comparando la interpretación que hace Hughes con el contenido real de las filtraciones.

La interpretación de los archivos

Honestamente creo que los documentos filtrados tienen mucho valor, y podrían tener consecuencias, pero la interpretación que hace Hughes es problemática y sesgada. En mi opinión, la autora saca conclusiones que se apoyan más en su opinión personal que en las filtraciones. Por ejemplo, en la página 25 se refiere al hilo de la página 93, en el que una enfermera pregunta si es mejor usar un fármaco en tabletas o en crema. Hughes dice que la enfermera hace esta pregunta “aparentemente en lugar de consultar la literatura científica”, pero no tiene manera de saber si la enfermera consultó la literatura o no.

En otros casos, parecería que no entiende cómo funciona el foro de WPATH. En la página 47 menciona el hilo de la página 162, en el que una experta en ética médica se muestra crítica con la idea de inducir la lactancia en un hombre. Hughes dice que es revelador que esta experta no comente en otros hilos, aunque “es cierto que no está obligada”. Nada indica que esta experta ocupe un cargo en WPATH, y el hecho de que haya comentado en un hilo y no otro (del enorme número que debe haber en el foro) no revela nada sobre ella ni sobre la organización. Y no es posible comprobar si es cierto que la experta no haya comentado en otros hilos, porque cualquier detalle que permita identificar sus mensajes ha sido censurado.

Uno de los principales problemas del informe y de la campaña de difusión que se ha hecho es la representación errónea de WPATH, asumiendo que las posturas y acciones de sus miembros son representativos de la organización en su conjunto. Esto no es cierto de ninguna organización de este tipo. A nadie se le ocurriría decir que el Colegio de Médicos de Barcelona apoya las vaginoplastias en menores solo porque uno de sus miembros lo haga. En todo caso, el Colegio podría ser culpable de no investigar el caso, o de no actuar en consecuencia. Esto es especialmente cierto en el caso de WPATH, cuyos miembros no tienen que adherirse a un código deontológico ni pertenecer a una profesión concreta.

De hecho, solo en 11 de los 47 hilos de aparecen mensajes con nombre y apellido. No se sabe nada de los demás. Hughes identifca a algunos en el informe como médicos que trabajan en Estados Unidos, pero el resto podrían ser profesionales de cualquier ámbito de cualquier parte del mundo, sin ninguna capacidad para influir en las posturas de WPATH. Hughes no solo ignora esta diferencia, sino que muchas veces cita mensajes individuales de estos miembros anonimizados como prueba de que la organización está corrupta y no es científica, cuando lo único que demuestran es que no han censurado o respondido a estos mensajes individuales.

Uno de los hilos más difundidos en Twitter y en los medios es el de un médico que atribuye la aparición de un tumor en el hígado de su paciente al tratamiento con testosterona, seguido de la respuesta de otra persona que habla de una persona que conoce y que pasó por algo similar. Hughes no da ninguna información sobre estos dos usuarios y sus datos han sido eliminados. No sabemos en qué país del mundo trabajan, ni si WPATH ha comprobado de alguna manera que realmente sean médicos. Y, aunque lo fueran, podrían equivocarse o informar erróneamente del caso. Este hilo no demuestra nada sobre la seguridad de la testosterona en mujeres.

Conclusiones

Las conclusiones del informe se parecen más a un manifiesto político que al resumen de un trabajo periodístico. Hughes habla en nombre de Environmental Progress para hacer un llamamiento a los comités de ética médica “a lo largo de los Estados Unidos y el resto del mundo” para que revisen sus prácticas, y a las asociaciones médicas para que condenen las prácticas de la WPATH, que “no cumple ningún propósito, no contribuye de ninguna manera beneficiosa al campo de la medicina de género,” y cuyas acciones la han vuelto “irredimible.”

En general, los Archivos WPATH parecen el trabajo de una persona sin experiencia o que ha tenido que trabajar con mucha prisa. Hay errores en las fuentes que cita y en la interpretación de las filtraciones. No hay una sección sobre la autora ni sobre la organización a la que pertenece, así que el lector tiene que buscar esta información por su cuenta. Cuando habla de ética médica o de los tipos de evidencia científica no cita ninguna fuente, como si no fueran campos de estudio en sí mismos. También llama la atención que no cite la investigación de Reduxx que reveló que un miembro anónimo de un foro de pedofilia y castración se había identificado como un colaborador habitual de WPATH. O el libro de Hanna Barnes sobre el escándalo de la clínica Tavistock, donde analiza en profundidad la cronología reciente de la medicina de género.

De hecho, aunque el informe dedica una sección entera a comparar la medicina de género con otros escándalos anteriores, la representación que hace de la historia de la medicina es superficial e incorrecta. En la página 37 dice que “a lo largo de la mayoría de la historia médica, la medicina no implicaba destruir un sistema corporal sano y funcional de forma intencionada. Es en el siglo XX que ha emergido un nuevo enfoque pseudo-médico (sic) que ve al paciente más como un consumidor y al médico como un proveedor (…). En el pasado, el énfasis en la autonomía en la ética médica actuaba como un escudo: había cosas que un médico no podía hacerte sin tu consentimiento.” Desgraciadamente, la historia de la medicina antes del siglo XX está llena de ejemplos de prácticas muy nocivas, en todas las épocas y en todos los países, y el consentimiento informado es algo relativamente reciente.

No sé a qué se deben estos defectos, algunos muy fáciles de corregir. Puede ser que Hughes no tenga experiencia suficiente, pero podría haber colaborado con otros periodistas. Algunos recibieron una copia antes de su publicación, entre ellos Helen Joyce. Tampoco sé hasta que punto las aspiraciones políticas de Shellenberger han influido, si las carencias del informe se deben a la falta de recursos o son una estrategia para inflar su importancia, pero está claro que tienen mucho peso en la publicidad que están haciendo.

Independientemente de los motivos o defectos que pueda tener el trabajo de Environmental Progress, el contenido del video habla por sí solo. No es, como algunos transactivistas han declarado, una discusión normal entre profesionales de la salud. Es evidencia de que no existe ningún consenso sobre estos tratamientos, y que hay muchas lagunas éticas y médicas sobre sus efectos. Una semana después, los Archivos WPATH solo han aparecido en The Telegraph, The Guardian, The Economist (seguramente cortesía de Joyce), y los medios que tratan este tema habitualmente (Unherd, National Review, Spiked…). Si algo demuestran estás filtraciones, es que el silencio mediático sobre la medicina de género responde a una ceguera voluntaria.

3 comentarios en “Sobre los Archivos WPATH”

  1. Martín;
    Muchas gracias x tu artículo, tan trabajado.
    No sabía nada del promotor de los WPATH FILES;ahora se algo más de sus aspiraciones presidenciales, de su perfil negacionista del cambio climático y de su ideas de atribuir todos los males de la sociedad norteamericana al laicismo y las redes sociales,
    así como de su sensacionalismo y manipulaciones.
    Si he entendido bien, no pones en duda las infos de los WPATH Files sino las formas en q se han manejado.
    Creo q, además de supersistemático, has sido honesto al expresar tus críticas a cómo y, seguramente con qué intención, se ha tratado una noticia q, a muchos de nosotros, nos confirma lo q pensábamos de WPATH, su falta de ética y de rigor científico.
    Una cosa – – lo correcto de la info– no quita una forma y quizá unas intenciones no correctas.

    1. Martín Endara Coll

      Gracias paloma!! Eso es justo lo que quería decir, que las filtraciones en sí tienen mucha importancia, y es una pena que no las hayan analizado con más criterio y transparencia. Y más en general que en las redes sociales nos falta a todos mucha desconfianza con la información que nos llega. Es fácil subirnos al carro cuando vemos algo con lo que estamos de acuerdo. En cualquier caso, lo importante es que tenemos filtraciones y WPATH vuelve a estar bajo la lupa.

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