PRISMA Ciencia recomienda crear una comisión censora en las universidades

PRISMA Ciencia ha publicado una guía de implementación para sus 10 medidas para la igualdad LGTBQA+. Entre otras cosas, la guía recomienda que no se permitan eventos ni líneas de investigación que puedan cuestionar los derechos de algún colectivo. También dice que no se deben permitir debates sobre la autodeterminación de género ni cuestionar la presencia de hombres en el lavabo de mujeres.

“Son 10 medidas básicas sustentadas por datos estadísticos contrastados”, dice la organización en su web. Con la guía de implementación, PRISMA explica cómo podrían aplicarse sus propuestas a nivel práctico en “centros de investigación, universidades, empresas tecnológicas o asociaciones científicas que quieran hacer de sus centros y procesos de trabajo entornos agradables, seguros e igualitarios para las personas LGTBIQA+.”

1. Proporcionar formación al personal de los centros de Ciencia, Tecnología e Innovación en temas LGTBIQA+.
2. Apoyar la inclusividad, visibilidad e igualdad LGTBIQA+ en el sistema
educativo.
3. Establecer canales seguros a través de los que denunciar agresiones, discriminaciones y situaciones de acoso dentro de los centros.
4. Garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a puestos de trabajo para las personas trans y con expresiones de género no normativas.
5. Establecer protocolos y guías para gestionar el proceso de transición de
las personas trans en el ámbito laboral.
6. Evitar las clasificaciones binarias de género: creando baños inclusivos,
ampliando las opciones en las casillas de género de los formularios, etc.
7. Rechazar los discursos pseudocientíficos utilizados para discriminar al colectivo LGTBIQA+.
8. Visibilizar referentes LGTBIQA+ en el ámbito de las CTI, así como el apoyo institucional hacia dicha comunidad.
9. Mantener una perspectiva feminista e interseccional en todas las acciones
realizadas en este marco.
10. Promover la investigación y discusión de aquellos temas en CTI que atraviesan al colectivo LGTBIQA+, a través de equipos de trabajo diversos.
Fuente: Guía de implementación PRISMA, págs. 5-6

Como ya dije en mi primer artículo sobre PRISMA, la mayoría de estas medidas recogen las reivindicaciones del activismo trans. Las problemáticas de lesbianas, gays, bisexuales e intersexuales pasan a un segundo plano. La guía deja aún más claro que estas medidas buscan establecer la doctrina queer en la universidad y censurar cualquier discurso que cuestione la identidad de género.

De esta guía se desprende que PRISMA está dispuesta a mentir sobre fuentes de la literatura científica para apoyar sus puntos de vista. El anexo de esta guía es una nueva versión de su argumentario a favor de la autodeterminación de género, que agrava aun más los errores que ya estaban en la versión original. Esta laxitud que muestran con sus fuentes contrasta con la rigidez con la que califican de pseudociencia a los estudios que los contradicen.

Guía de implementación de las 10 medidas PRISMA

El primer bloque está centrado en la educación del personal, especialmente en recursos humanos. Esta formación deberá ser “específica para su puesto, especializada y obligatoria”. PRISMA se ofrece a impartir estas formaciones, pero al mismo tiempo dice que solo deben usarse fuentes fiables.

La medida 4 pide “garantizar la igualdad de oportunidades en su acceso a puestos de trabajo para las personas trans, así como para aquellas personas con expresiones de género no normativas.” En la sección de definiciones, PRISMA dice que “hay personas cuya expresión de género no se corresponde con la asociada al esquema binario hombre-mujer (por ejemplo, una mujer que se rapa el pelo, o un hombre que se maquilla o viste falda).” Es decir que esta medida de inserción laboral incluye a mujeres con el pelo rapado y a hombres con maquillaje y falda, aunque no se identifiquen como trans. El documento no especifica si las mujeres naturalmente calvas podrán acogerse a esta medida, o los hombres escoceses que llevan la falda tradicionalmente masculina. Tampoco está claro si la falda y el pelo rapado deberán llevarse también en invierno.

La quinta recomienda establecer protocolos para la transición en el trabajo, que servirían para facilitar el cambio de documentos administrativos, pero también para comunicar la nueva identidad al resto de trabajadores. PRISMA pone de ejemplo la guía de la Alianza Americana de Museos, que entre otras cosas explica como disculparte cuando usas los pronombres equivocados, y que si el un trabajador se niega a corregirse “estás priorizando tus necesidades por encima de los derechos de tu compañero de trabajo”, ya que al hacer misgender “estás diciendo que no lo respetas como persona y esto hará tus relaciones de trabajo muy, muy difíciles.”

La medida 6 invita a eliminar los baños separados por sexo y a dejar de registrar el sexo en los trámites administrativos. PRISMA dice que muchos formularios preguntan el sexo sin necesidad, y que los centros deberían pensar si realmente van a usar la información antes de pedirla. En caso de necesitarlo, deberíamos preguntar siempre el género y no el sexo, con las opciones de “género no binario” y “prefiero no decirlo”. Como es habitual, PRISMA tergiversa la biología diciendo que “el concepto de sexo biológico es amplio y complejo, incluyendo sexo cromosómico, gonadal, hormonal…”, obviando que la inmensa mayoría de personas tienen un sexo biológico claro.

La organización añade que los datos de sexo y género solo deberían registrarse para ayudar a las personas trans, y “para incurrir en una discriminación”. Recomiendan explicar en cada formulario cuál es el objetivo de la pregunta, “para que la persona que lo completa no se sienta violentada o desprotegida al contestarla.” Esto podría afectar a los programas dirigidos a la inclusión de la mujer en la ciencia, ya que cualquier hombre podría declararse de género mujer, y preguntarle por su sexo de nacimiento sería una discriminación que no le beneficiaría.

Censura de eventos, investigación y debates

La medida 7 llama a “rechazar los discursos pseudocientíficos utilizados para discriminar al colectivo LGTBIQA+”. Para ello, PRISMA propone que se cree una comisión que revise todos los eventos que tengan lugar en la universidad. “Las entidades albergan numerosos seminarios de personal interno y externo, cuyos mensajes no se siempre conocen. Esto hace que en ocasiones se dé voz en nuestros espacios a mensajes de odio en general, y en contra de las personas LGTBIQA+ en particular”, dice la guía. Esta comisión se encargaría de decidir si el discurso del evento vulnera los derechos de algún colectivo, y de tomar las medidas oportunas.

Fuente: Guía de implementación PRISMA, pág. 25
Fuente: Guía de implementación PRISMA, pág. 26

PRISMA considera que cuestionar la autodeterminación de género vulnera los derechos del colectivo, por lo que recomiendan no admitir debates sobre el tema. Según la organización, un debate sobre la autodeterminación de género hace que los derechos fundamentales del colectivo se conviertan en opiniones, lo que podría dar lugar a discursos de odio.

Pero la guía va un paso más allá, y recomienda “no dar presupuesto ni permitir líneas de investigación que pongan en discusión derechos fundamentales o realidades ya probadas científicamente.” PRISMA no especifica quién decidiría qué investigaciones ponen en discusión derechos fundamentales o realidades ya probadas. Un estudio de psicología sobre la disforia de género, por ejemplo, podría ser censurado por cuestionar la identidad de género de sus participantes.

En su Anexo 2, PRISMA comparte un código de conducta que las universidades podrían aplicar en sus eventos. Este código es muy parecido al que usaron para echarme de su conferencia por mis comentarios en redes sociales. El código de conducta prohíbe, entre otras cosas, preguntar por qué un hombre está en el baño de mujeres:  

“Con respecto a participantes trans, no toleraremos la confusión de género intencional, el uso intencional de nombres que no sean los nombres elegidos (por ejemplo, nombres anteriores a las transiciones de género), la vigilancia en el baño (es decir, cuestionar el uso de un baño en particular o crear situaciones incómodas en el mismo), preguntar o hacer bromas o comentarios sobre la intimidad fisiológica de una persona, o revelar aspectos de la identidad de género de una persona a terceras personas sin consentimiento (también aplicable a la orientación sexo-afectiva de cualquier persona que no esté completamente fuera del armario).”
Fuente: Guía de Implementación PRISMA, pág. 45

¿Error o manipulación?

El ANEXO 3 es el mismo argumentario a favor de la autodeterminación de género sobre el que ya escribí anteriormente, Los pocos cambios que han introducido hacen que pase de un error a una burda manipulación. PRISMA vuelve a decir que “la discriminación hacia las mujeres no se basa predominantemente en su sexo biológico, sino en características del género, es decir, porque su entorno y/o ellas mismas se perciben como mujeres”; y que “las evidencias indican que las mujeres trans en su mayoría no se socializan como hombres cis, y los hombres trans no se socializan como mujeres cis, ni antes ni después de su transición”, citando, otra vez, un estudio en el que solo participan una mujer y dos hombres trans.

En la guía, PRISMA llama estudios a artículos de opinión o discusión que no aportan datos nuevos. Este es el caso de Ashley (2019), Castro-Pedraza (2019) y Guerrero-Fernández, Barreda-Bonis, & González-Casado (2015). El argumentario citaba este tipo de artículos para decir que los bloqueadores de la pubertad eran sustancias seguras, a pesar de que estos mencionaban las secuelas permanentes y el desconocimiento que hay sobre el tema. La solución ha sido eliminar estas referencias, por lo que ahora dicen que los bloqueadores de la pubertad son “generalmente considerados sustancias seguras” sin citar ni un solo estudio que lo corrobore.

Fuente: Guía de implementación PRISMA, págs. 49, 50 y 51

La guía insiste en que los tratamientos con bloqueadores de la pubertad y hormonas sexuales son la única opción, ya que “denegar este tipo de tratamiento está ligado a cuadros de depresión, ansiedad, baja autoestima, fobias sociales, trastornos alimentarios, intentos de suicidio, automutilaciones o el uso de hormonas sin control médico.” Pero PRISMA no cita un estudio que compare el estado de salud mental de personas que siguen o no esta línea de tratamiento, sino una mesa redonda en la que los autores dan su interpretación de la literatura científica.

Para más inri, PRISMA cita el mismo estudio brasilero en el que entrevistaban a dos hombres trans y a una mujer trans para justificar que “En los países donde ya se ha introducido la autodeterminación de género no se han observado hombres cis cambiando su sexo legal para acceder a protecciones legales y beneficios para las mujeres, y otra vez para decir que “es necesario encontrar soluciones individualizadas; más factibles y justas que excluir a las mujeres trans de estos espacios”. No queda claro qué conexión encuentra PRISMA entre las trayectorias vitales de 3 personas brasileras y el impacto legal de la autodeterminación de género en otros países o la necesidad de segregar los espacios por género y no por sexo.

Los autores de esta guía son personas del mundo académico, muchos de ellos son investigadores pre o posdoctorales, algunos han recibido premios por su trabajo. Son, por tanto, personas competentes, que saben escribir papers citando correctamente las referencias y conocen la diferencia entre estudios y otro tipo de artículos, como discussion, review, viewpoint y mesa redonda.

Es difícil ver la mano de los investigadores experimentados detrás de esta guía, porque si hicieran su trabajo científico de la misma manera no tendrían las trayectorias que tienen. Los autores de la guía saben que los artículos que han citado no son estudios, pero los llaman estudios. Saben que una mujer trans no es una mayoría, pero lo llaman mayoría. Saben que los bloqueadores de la pubertad se han usado en adultos y en niños con pubertad precoz, y que su uso en adolescentes sanos es reciente y off-label, pero dicen que son seguros.

Todo esto se hizo de forma intencionada, para crear la impresión de que no existe un debate científico sobre el tema, de que hay un consenso y de que cuestionarlo es ir contra la ciencia. Y, para asegurarse de que nadie lo comprueba, dicen que hay que censurar líneas de investigación y eventos en la universidad por la seguridad de las personas trans. Si se aplica esta guía, un debate sobre el proyecto de Ley Trans podría considerarse transfóbico y censurarse. Lo mismo podría pasar con investigaciones sobre la seguridad de los bloqueadores de la pubertad, o sobre los efectos de la transición social en menores. Si deja de registrarse el sexo de estudiantes e investigadores, perderíamos conceptos como el leaky pipeline, que demuestra que las mujeres son mayoría al inicio de la carrera investigadora y minoría al final. En definitiva, esta guía es una llamada al desconocimiento, a dejar de aprender y empezar a creer ciegamente en lo que dice el activismo trans.

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