Conferencia PRISMA 2022

Esta semana la Universidad de Barcelona acogió en el Aula Magna la Conferencia PRISMA 2022. El encuentro fue inaugurado por la Vicerrectora de Igualdad y Género, Montserrat Puig Llobet, la directora de la Unidad de Igualdad, Núria Sara Miras Boronat, y el presidente de PRISMA, Tiago Botelho.

Tras las actividades de la mañana, el psicólogo y activista Gabriel J. Martín dio una charla sobre supuestos bulos difundidos sobre la psicología transafirmativa. La ponencia siguió la narrativa de su crítica al libro “Nadie nace en un cuerpo equivocado”, publicada en la revista Papeles del Psicólogo. Martín no escatimó apelativos para hablar sobre la literatura sobre disforia de género, calificando algunos estudios de “basura” [sic]. Sobre la investigación de la doctora Lisa Littman sobre la Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR), el psicólogo sentenció que se trataba de “una mierda pinchada en un palo” [sic], criticando duramente su metodología. El estudio se basaba en la opinión de padres de menores trans, algo que Martín considera que resta validez a sus resultados. “Me estás hablando de la típica señora republicana, rubia, con collar de perlas”, dijo en referencia a que la mayoría de las encuestadas eran mujeres blancas con estudios universitarios.

Martín también habló del aumento de menores atendidos en las clínicas de género de Suecia. El psicólogo achacó este aumento a la mejora de los recursos para la atención de las personas trans en el país escandinavo, argumentando que incluso con ese aumento del 1500% estas seguían representando solo el 0.6 por mil de la población total. “Ese aumento dice que la atención a las personas trans era una puta mierda”, sentenció.

Al preguntarle por una fuente que apoye esta conclusión, Martín respondió que esta podía encontrarse en su artículo, pero la fuente citada en el artículo solo habla del aumento de los recursos en Inglaterra, no en Suecia. A continuación, el autor califica este aumento de bulo mediático, pasando por alto que hay estudios con datos oficiales que describen ese mismo aumento en Suecia y otros países.

En su publicación, Martín resta importancia al fenómeno argumentando que se trata de una pequeña parte de la población trans total:

“Para comprende mejor la verdadera dimensión de las diferentes prevalencias mencionadas, debe decirse que no sabemos exactamente cuántas personas trans hay en el mundo porque el criterio para evaluar esta prevalencia puede cambiar de un estudio a otro (Collin et al., 2016). Sin embargo, se habla de cifras en torno al 0,9 en USA (Meerwijk y Sevelius, 2017) y el 1% en Reino Unido (Glen y Hurrell, 2012; Reed et al., 2009). Incluso algunas revisiones llegan a cifras del 4,6% en Europa (Arcelus et al., 2015).”

Basta con leer las referencias para ver que las estimaciones no son las que dice Martín. Según las fuentes que cita, la prevalencia de Estados Unidos es un 0.39%, la del Reino Unido 20 por cada 100.000 personas (0.02%), y la de Europa 4.6 por cada 100.000 (0.0046%). No he encontrado los datos de Glen y Hurrell, pero es poco probable que fuera un 1% en vistas del resto de estudios.

La encuesta de Trànsit

Rosa Almirall abrió la charla con una introducción general de Trànsit, comparando al servicio con un hijo que acaba de cumplir 10 años y resaltando que es un modelo único en el mundo. Aragón explicó que la idea era diseñar y validar un cuestionario sobre las expectativas y las experiencias de las personas trans en sanidad. La encuesta fue diseñada en colaboración con personas trans del mundo académico y activista para alcanzar un consenso sobre los temas que debían incluirse.

 La segunda charla de la tarde la dieron Rosa Almirall y Beatriz Aragón. Aragón es una investigadora contratada por PRISMA para elaborar una encuesta que mida el grado de satisfacción de las personas trans con los servicios de salud. La encuesta fue desarrollada y probada en Trànsit, por lo que Almirall también fue parte del proyecto.

La encuesta fue enviada en setiembre a pacientes mayores de edad de Trànsit de los últimos 3 años. Almirall la envió desde su propio correo institucional, en lugar del correo de Trànsit, porque consideró que así habría más participantes. El mail decía que la directora estaba a punto de jubilarse tras 10 años de aventura en Trànsit, por lo que le encantaría saber la opinión de los pacientes para mejorar el servicio antes de irse.

De las 1274 personas a las que se contactó, 352 contestaron el cuestionario. Un 54.8% eran mujeres, y el 41.8% eran menores de 24 años, confirmando los datos publicados por Feministes de Catalunya que dicen que el servicio cada vez atiende a más mujeres jóvenes y menores de edad. Almirall también reconoció que Trànsit ha tenido dificultad para recoger datos de pacientes debido al gran volumen de personas a las que atienden.

Los resultados preliminares de la encuesta fueron muy positivos. El 98% de los participantes recomendarían Trànsit a otras personas, y la mayoría se mostraron satisfechos con el trato recibido, con el tiempo de espera para acceder al servicio y con su funcionamiento general.

Sin embargo, es posible que el mensaje personal de Almirall con el que se envió la encuesta introdujera un sesgo de participación. Plantear el cuestionario como un favor personal a la directora de Trànsit podría haber motivado a las personas con opiniones más positivas a participar, o desmotivado a aquellas que tuvieron una experiencia negativa. Preguntadas sobre este tema, Almirall y Aragón dijeron que no lo habían contemplado.

Almirall espera que los resultados finales, una vez pulicados, sirvan para responder a las duras críticas que ha recibido Trànsit recientemente. El informe de Feministes de Catalunya y los artículos publicados en este blog arrojan datos preocupantes sobre su funcionamiento. Todo indica que Trànsit atiende a un número creciente de menores, y que receta tratamientos hormonales sin realizar evaluaciones exhaustivas de los pacientes.

A pesar de que los resultados de la encuesta sean positivos, esta no reemplaza a una investigación independiente. Cuando Trànsit se estableció como el servicio de referencia para las personas trans, Salut encargó a una comisión de seguimiento la evaluación periódica del servicio. Los resultados de esta evaluación no se han hecho públicos. Tras presentar una petición en el portal de transparencia de la Generalitat, y una queja ante la Comissió de Garantia del Dret d’Accès a la Informació por la falta de respuesta, los únicos datos obtenidos han sido estadísticas sobre el número de pacientes atendidos.

Expulsado por seguridad

La segunda jornada de la conferencia empezó con una charla sobre las “10 medidas PRISMA para la igualdad LGTBQIA+ en centros de investigación y entornos CTI”. Estas medidas incluyen eliminar los baños separados por sexo y las clasificaciones binarias de género en los formularios administrativos; o crear un protocolo para gestionar la transición en el trabajo, explicando que no debe mencionarse que una persona ha cambiado de sexo legal, cómo usar los nuevos pronombres y cómo disculparse respetuosamente al equivocarse.

Nada más llegar a la sala, los organizadores me informaron de que había habido quejas sobre mí por comentarios que había hecho en las redes sociales. Me invitaron a marcharme porque mi presencia hacía que el espacio no fuera seguro para algunas personas. A diferencia de otros años, las charlas no fueron grabadas ni retransmitidas. En mi artículo sobre PRISMA Ciencia expliqué cómo la organización tergiversa la ciencia para apoyar sus posturas políticas en su white paper a favor de la Ley Trans. Su respuesta ha sido refugiarse en la opacidad, en lugar de asumir un debate público y transparente sobre temas en los que no hay consenso científico. Tanto en ciencia como en política, la crítica es indispensable para valorar ideas, para ponerlas a prueba y mejorarlas. Censurar el debate en nombre de la seguridad solo promueve los dogmas.